LaVilla Romana de La Olmeda: Un Tesoro Tardorromano en Palencia

05.09.2025

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Ubicación y Descubrimiento

La Villa Romana de La Olmeda se encuentra en Pedrosa de la Vega, en la provincia de Palencia, Castilla y León. Fue descubierta en 1968 por Javier Cortes Álvarez de Miranda en terrenos de su propiedad. Tras años de excavación privada, en 1980 donó el yacimiento a la Diputación Provincial, marcando el inicio de su protección institucional.

La villa, habitada principalmente entre los siglos I y IV, presenta una estructura palaciega de más de 3.000 m², organizada en torno a un peristilo central.  

La Olmeda no era una simple residencia de campo. Su estructura, de más de 3.000 m², gira en torno a un patio porticado rodeado de estancias nobles, torres, termas privadas y zonas de servicio. Todo pensado para el confort de una élite romana que, lejos de Roma, vivía rodeada de lujo en la meseta castellana.

Si hay algo que deslumbra en La Olmeda, son sus mosaicos. El más impresionante cubre el suelo del salón principal con más de 170 m² de escenas de caza, figuras mitológicas y retratos. Allí vemos a Aquiles disfrazado de mujer en la isla de Esciros, rodeado de guerreros, doncellas y animales salvajes. Cada tesela, cada color, habla del refinamiento y la cultura de sus habitantes.

La tarde cae lentamente sobre la meseta palentina. El sol, ya bajo, filtra su luz dorada por los vanos del patio, proyectando sombras alargadas sobre los mosaicos del triclinio. Al cruzar el umbral, el visitante se detiene. El aire es fresco, perfumado con esencias de mirra y canela. Un esclavo, silencioso, enciende una lámpara de aceite que tiembla con una llama suave, y el espacio se transforma.

Tres lechos, dispuestos en forma de U, están cubiertos con tejidos de lino y cojines bordados. Sobre ellos, los invitados se reclinan con elegancia, envueltos en túnicas de colores suaves. Hablan en voz baja, ríen con discreción. El anfitrión, un noble hispano-romano de rostro sereno, levanta su copa de vidrio soplado y brinda por la paz y la abundancia.

En el centro, una mesa baja rebosa de manjares: dátiles rellenos de nueces, pan recién horneado, aceitunas negras, jabalí asado con miel. El vino, traído de Tarraco, fluye generoso. Un músico, sentado en un rincón, rasguea una cítara mientras una joven toca la flauta. La música envuelve el ambiente como un susurro.

La conversación gira en torno a Roma, a las últimas noticias del Imperio, a los negocios en Cartago Nova. Pero también hay espacio para la poesía, para los recuerdos, para el silencio compartido. El triclinio no es solo un comedor: es un escenario donde se representa el arte de vivir

Triclinium villa de la Olmeda
Triclinium villa de la Olmeda
Oecus Villa de la Olmeda
Oecus Villa de la Olmeda
Entrada Principal de la villa
Entrada Principal de la villa
peristilo de la villa de la Olmeda
peristilo de la villa de la Olmeda