Las casas iberas

05.09.2025

balawat.com 

Las casas iberas, eran espacios sencillos pero esenciales para la vida familiar. En ellas se cocinaba, se almacenaban alimentos y se compartía la vida diaria, reflejando la estrecha relación de estas comunidades con su entorno. 

Se levantaban sobre zócalos de piedra, unidos con barro. Sobre ellos se construían muros de adobe o tapial, revestidos con enlucido de barro y encalado para protegerlos de la lluvia.

Las viviendas solían tener una o dos estancias: una sala principal con el hogar, y otra más pequeña como almacén. Algunas casas alcanzaban hasta 50 m², aunque las de élite podían superar los 500 m², como la "Casa del Caudillo" en Les Toixoneres.

Casa Ibera detalles
Casa Ibera detalles

Los techos eran planos o inclinados a una sola vertiente. Se hacían con troncos unidos por cuerdas, cubiertos con ramas y cañas, y finalmente recubiertos con barro. A veces, un pilar de madera sostenía el techo si la estancia era amplia.

Aunque predominaba la funcionalidad, algunas casas estaban enlucidas y encaladas, e incluso pintadas con tonos rojizos, verdes o azulados. Esto sugiere un cierto gusto estético y simbolismo en el entorno doméstico.

Casa ibera exterior
Casa ibera exterior

En muchos hogares íberos se han encontrado restos de animales enterrados bajo los muros o pavimentos. Se cree que eran sacrificios rituales realizados al comenzar la construcción, como ofrenda protectora.

casa ibera entrada
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Imagina que cruzas el umbral de una casa íbera al amanecer. El aire es denso, cargado con el aroma terroso del barro seco y el humo suave que aún flota desde el hogar encendido la noche anterior.

La luz entra tímida por una pequeña abertura en el muro, proyectando haces dorados sobre el suelo de tierra apisonada. Las sombras bailan sobre las paredes encaladas, donde cuelgan herramientas de madera, pesas de telar y alguna vasija de cerámica decorada con motivos geométricos. No hay muebles como los nuestros, pero sí bancos de obra, estantes excavados en el muro y un hogar circular en el centro, donde arde lentamente la leña de encina.

En una esquina, un molino de mano reposa junto a un saco de grano. El olor a cereal molido se mezcla con el de hierbas secas colgadas en haces, que perfuman el ambiente con notas de tomillo, espliego y romero. El silencio es profundo, pero no vacío: se llena con el crujido de la madera, el murmullo del fuego y el eco lejano de pasos en el patio.

La atmósfera es íntima, austera y viva. Cada objeto tiene su lugar, cada rincón su función. Aquí se cocina, se teje, se conversa. Aquí se vive. Y aunque el tiempo haya pasado, la casa sigue hablando: de manos que la moldearon, de voces que la habitaron, de una cultura que entendía el hogar como centro del mundo.

casa ibera interior
casa ibera interior

Los grandes poblados íberos, llamados oppida, estaban rodeados por murallas de piedra y adobe, con torres de vigilancia y puertas monumentales. Eran centros políticos y económicos que dominaban el territorio.